Manos.
Unas amigas, a lo lejos, se hacen las manos y mandan fotos. Otra usa sus manos para hablar con ese chico que dejó hace un tiempo pero todavía ama. Y las manos mas lindas abrazan la teta de su mamá, a la que acaba de conocer.
Las manos de mi mamá y las de mi abuela también se tiñen de esmaltes y tocan barro. Miran la luna y sanan.
Las de los hombres de mi familia son gruesas, de trabajo sacrificado. De piedra y ladrillo. De uñas gruesas y de dedos mochos.
Las manos de los que aman, dejan moretones en la cadera y llenan de abrazo el despertar.
Las manos de mis hermanos son jóvenes, ilusionadas y expectantes. Brillan sin cremas, alegran días ajenos y conectan en la virtualidad de la pandemia.
Las manos de mi sobrino, son perfectas.
Mis manos, le hacen sana sana a una niña con una espina.
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