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Tres.


            Hace varios años, en el pueblo, los bebés nacían con manchas en el cuerpo. No sabían cuál era la causa de las manchas hasta que a Marlén se le dio por pedir helado una noche fría de abril.
            Nadie conocía el helado, algunos atribuían el deseo a una brujería o a una revelación.      Marlén lloraba y decía que era una crema fría que salvaría a los niños de las manchas. Los más viejos la miraban, no sabían qué quería decir cuando hablaba de crema. Varios hombres probaron cómo fabricar esa crema de la que Marlen hablaba y la que deseaba cada noche.
            Un día llamó a su puerta un campesino que dedicaba su vida a la ganadería, le comentó a Marlen lo que le había pasado mientras inventaba nuevos productos para vender en la granja. Marlen probó el expermiento, le encantó y mandó a pedir frutas para agregarle.
             El campesino obligó a todos los hombres a preparar y repartir lo elaborado a cada mujer embarazada del pueblo. Ninguna de ellas había tenido el deseo de Marlen, pero ahora comían hasta el hartazgo.
            La cantidad de bebés con manchas disminuyó notablemente.

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