Hace
varios años, en el pueblo, los bebés nacían con manchas en el cuerpo. No sabían
cuál era la causa de las manchas hasta que a Marlén se le dio por pedir helado
una noche fría de abril.
Nadie
conocía el helado, algunos atribuían el deseo a una brujería o a una
revelación. Marlén lloraba y decía
que era una crema fría que salvaría a los niños de las manchas. Los más viejos
la miraban, no sabían qué quería decir cuando hablaba de crema. Varios hombres
probaron cómo fabricar esa crema de la que Marlen hablaba y la que deseaba cada
noche.
Un
día llamó a su puerta un campesino que dedicaba su vida a la ganadería, le
comentó a Marlen lo que le había pasado mientras inventaba nuevos productos
para vender en la granja. Marlen probó el expermiento, le encantó y mandó a
pedir frutas para agregarle.
El campesino obligó a todos los hombres a
preparar y repartir lo elaborado a cada mujer embarazada del pueblo. Ninguna de
ellas había tenido el deseo de Marlen, pero ahora comían hasta el hartazgo.
La
cantidad de bebés con manchas disminuyó notablemente.
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